Proceso de institucionalización

PROCESO DE INSTITUCIONALIZACIÓN

  • EL HOMBRE Y SU MEDIO:

El hombre no posee un ambiente específico de su especie firmemente estructurado por sus instintos. Es por eso que en distintos momentos y tiempos ha sido nómade, sedentario, agricultor, criancero, constructor, oficinista u otro. Todo esto no es a causa de su biología.
El organismo humano es capaz de aplicar el equipo del que está dotado a un campo de actividades muy amplio. Varía y diversifica constantemente sus actividades.
Ciertos desarrollos importantes del organismo se dan luego de la separación del seno materno, la criatura nace y se conecta con el mundo exterior y se interrelaciona con él. El ser humano en proceso de desarrollo se interrelaciona no solo con el orden natural sino también con un orden cultural y social específico, mediatizado para él por los otros significantes a cuyo cargo se encuentra.
La humanidad es variable desde el punto de vista psico-social. Solo podemos hablar de naturaleza humana en el sentido de ciertas constantes antropológicas. Si bien es posible afirmar que el hombre posee una NATURALEZA es más significativo decir que el hombre CONSTRUYE SU PROPIA NATURALEZA.
El período en que el organismo humano se desarrolla hacia la plenitud en relación con el ambiente es también aquel en que forma su yo humano.
La formación del yo debe entenderse en relación con el permanente desarrollo del organismo y con el proceso social en el que los otros significativos median entre el ambiente natural y humano.
Los mismos procesos sociales que determinan la plenitud del organismo producen el yo en su forma particular y culturalmente relativa.
Por una parte el hombre ES UN CUERPO, lo mismo que puede decirse de cualquier organismo animal y por otra parte TIENE UN CUERPO, se experimenta a sí mismo como entidad que no es idéntica a su cuerpo.
La autoproducción del hombre es siempre y por necesidad una empresa social. Los hombres producen juntos un ambiente social con la totalidad de sus formaciones socioculturales y psicológicas. Lo que produce que:
1º Todo desarrollo individual del organismo está precedido por un orden social dado.
2º El ingreso al mundo social está mediatizado para el individuo por grupos e instituciones consolidadas en el tiempo.
3º En el juego de interrelaciones que establece el organismo con su medio se van sosteniendo y modificando las pautas de comportamiento social, conformando un nuevo orden, en un permanente juego de equilibrio-desequilibrio.
Se puede preguntar entonces ¿De qué manera surge el propio orden social? La respuesta generalizada es que el orden social es un producto humano. Una producción humana constante realizada por el hombre en el curso de su continua externalización. El orden social existe como producto de la actividad humana. Tanto por su génesis (el orden social es resultado de la actividad humana pasada) como por su existencia en cualquier momento del tiempo (el orden social solo existe en tanto que la actividad humana siga produciéndose).
El ser humano constantemente debe externalizarse en actividad, la inestabilidad inherente al organismo humano exige como imperativo que el hombre mismo proporcione un entorno estable a su comportamiento. (Berger, Luckman, 1978)
A ese entorno estable podríamos llamarlo institución, entendiendo que la sociedad se constituye no solo de relaciones sociales sino también de un conjunto de instituciones que forman la trama de la vida social, es la completa estructura de instituciones relacionadas e influyentes entre sí las que distinguen a un grupo de otros y facilita los medios por los cuales los individuos organizan sus actividades comunes para enfrentar al mundo que los rodea, combinando su vida colectiva de una manera ordenada.
Las instituciones definen las relaciones sociales mientras establecen pautas aprobadas de conducta, es gracias a esto que sabemos qué esperar de la conducta de los demás y podemos en consecuencia tomar en cuenta esa conducta en nuestras propias acciones. (Chinoy, 1987 p. 47-48)
 Podríamos definir este orden social en relación a las instituciones sociales diciendo que estas son modos básicos de actividad social que siguen la mayoría de los miembros de una determinada sociedad. Las instituciones suponen normas y valores a los que se ajustan gran número de individuos, y todos los modos institucionalizados de conducta se encuentran protegidos por fuertes sanciones. Las instituciones forman el fundamento de toda sociedad, pues representan modos relativamente fijos de comportamiento que perduran en el tiempo. (Giddens, 1995)
Es importante retener aquí las ideas de continuidad en el tiempo, obligatoriedad, conocimiento recíprocos de comportamientos esperados, ya que sobre ellas trabajaremos a fin de entender como se produce el proceso de institucionalización, ya que debemos saber como se construyen dichas instituciones y cuáles son sus características.

  • PROCESO DE INSTITUCIONALIZACIÓN

Toda actividad humana está sujeta a habituación. Un acto repetido crea una pauta que puede reproducirse con economía de esfuerzos y es aprehendida como pauta por el que la ejecuta. Las acciones habitualizadas retienen su carácter significativo para el individuo. La habituación posee la ventaja psicológica de reducir las opciones. La habituación provee el rumbo y especialización de la actividad que faltan al equipo biológico del hombre, cuyos comportamientos no están determinados por los instintos, sino que se desarrollan en el contexto de la libertad de elección.
De acuerdo con los significados otorgados por el hombre a su actividad, la habituación torna innecesario volver a definir cada situación de nuevo. Estos procesos de habituación anteceden a todo fenómeno de institucionalización.
La institucionalización se da cada vez que hay una TIPIFICACIÓN RECÍPROCA DE ACCIONES HABITUALIZADAS POR TIPOS DE ACTORES. (Berger y Luckman, 1978). Toda tipificación de esa clase es una institución. Lo que hay que destacar es la reciprocidad en las tipificaciones institucionales y la tipicalidad no solo de las acciones sino también de los actores en las instituciones.
Las tipificaciones de acciones habitualizadas que constituyen las instituciones siempre se comparten, son accesibles a todos los integrantes de un determinado grupo social y la institución misma tipifica tanto los actores individuales como las acciones individuales.
Pero estos no son los únicos elementos que constituyen las instituciones, sino que estas implican también historicidad y control. El siguiente esquema resume las características de las instituciones en tal sentido.

Decir que un sector de la actividad se ha institucionalizado ya es decir que se ha sometido a control social. Solo son necesarios mecanismos adicionales de control si los procesos de institucionalización no se cumplen cabalmente.
En la experiencia las instituciones se manifiestan en colectividades que abarcan grandes cantidades de gente. La institucionalización es algo incipiente en toda situación social que se continúe en el tiempo.
En un ejemplo podríamos decir que cuando Pedro comienza a hacer algo y Juan lo observa, y éste último a lo largo del tiempo ve que Pedro todos los días hace lo mismo, podrá tipificar esas acciones, es decir las traducirá en pautas específicas de comportamiento, lo que le permitirá a Juan intervenir suponiendo lo que hará Pedro, quien a su vez también ha observado y tipificado las acciones de Juan. Así, en esta relación, ambos comenzarán a desempeñar roles, cada uno de ellos se apropiará de los roles reiterados del otro tomándolos como modelo para el desempeño de los suyos propios. Si bien esta tipificación recíproca aún no llega a ser institución, es cierto que ella está presente en el núcleo. La ventaja que da esto a los individuos es que cada uno podrá prever las acciones del otro. Las acciones se vuelven rutina, lo que permite la división del trabajo entre ambos y abre nuevas vías de innovación para nuevas habitualizaciones, estará en vías de construcción un mundo social que contendrá en sus raíces un orden institucional en expansión. Las acciones que tenderán a la habituación recíproca son aquellas que comparten Juan y Pedro en una situación común.
La aparición de una tercera persona en la relación establecida, por ejemplo María cambia el carácter de continua interacción. El mundo institucional que existía entre Juan y Pedro ahora se debe transmitir a María, adquiere historicidad y objetividad. Es decir que las instituciones se han cristalizado y se experimentan ahora como con realidad propia, existentes por encima y más allá de los individuos a quienes acaece en ese momento. Se experimentan como si poseyeran realidad propia que se presenta al individuo como un hecho coercitivo y externo. La objetividad del mundo institucional se endurece cuando debe ser transmitido a una tercera persona o a una nueva generación que no participó de la construcción de la generación anterior, y de ese modo logra firmeza en la conciencia.
Solo así como mundo objetivo pueden las formaciones sociales transmitirse a las nuevas generaciones. Un mundo institucional se experimenta como una realidad objetiva, tiene una historia que antecede al nacimiento del individuo y no es accesible a su memoria biográfica. Dado que las instituciones existen como realidad objetiva, el individuo no puede conocerlas por introspección, debe salir a buscar sus explicaciones, a conocerlas.
El mundo institucional es actividad humana objetivada. La relación entre el hombre productor y el mundo social (su producto) es dialéctica. La externalización y la objetivación son momentos de un proceso dialéctico continuo. El tercer momento es el de la internalización (el mundo social objetivado vuelve a proyectarse en la socialización, proceso por el cual el individuo adquiere los valores de su propio grupo de pertenencia y se incorpora como miembro de tal sociedad).
Cada momento de la relación fundamental corresponde a una caracterización esencial del mundo social:
1-      LA SOCIEDAD ES UN PRODUCTO HUMANO – (Externalización)
2-      LA SOCIEDAD ES UNA REALIDAD OBJETIVA – (Objetivación)
3-      EL HOMBRE ES UN PRODUCTO SOCIAL – (Internalización)
La aparición de una nueva generación requiere de un proceso que acompañe la transmisión del mundo social, que es la legitimación, por el cual cada institución debe expresarse en sus por qué, de tal manera de sus modos de ser puedan explicarse y justificarse a fin de que las nuevas generaciones lo puedan compartir. El hecho de que estas nuevas generaciones no participaron en el proceso de elaboración de la institución, sino que la recibieron dada, hace que no siempre acaten de buen grado y al 100 % los modos en que se ha dado esta realidad social, por ello las instituciones instrumentan mecanismos de sanción y control externos para mantener su perdurabilidad y evitar la desviación.
En principio la institucionalización puede producirse en cualquier zona de comportamiento de relevancia colectiva. No necesariamente los procesos de institucionalización tienden a una cohesión funcional, sin embargo las relaciones que se van estableciendo entre las mismas hacen que las tramas sostengan cierta cohesión social. Algunas áreas serán relevantes para casi todos, mientras que otras lo serán para pequeños grupos.
La integración de un orden institucional puede entenderse en términos del conocimiento que sus miembros tienen de él. Dado que el conocimiento institucional se objetiva socialmente como un cuerpo de verdades válidas, cualquier desviación del mismo es tomado como desviación a la realidad, por tanto tildado de anormal, depravado, enfermo o ingnorante.
La conciencia retiene ciertas experiencias humanas, una vez retenidas, se produce una sedimentación y dichas experiencias quedan estereotipadas en el recuerdo como entidades reconocibles y memorables. Esta es la base del conocimiento. Existirá sedimentación intersubjetiva cuando varios individuos que comparten una biografía común incorporen sus experiencias a un depósito de conocimiento común. Será considerado objetivo y social cuando pueda ser expresado a través de un sistema de signos, ya que de esta manera podrá transmitirse de una generación a otra o de una colectividad a otra. La designación lingüística abstrae la experiencia de  sus incidentes biográficos individuales, para convertirla en posibilidad objetiva para todos. El conocimiento se objetiviza a través del lenguaje.
Las significaciones institucionales tienden a simplificarse para ser transmitidas a través de fórmulas. Los significados objetivados de la actividad institucional se conciben como un conocimiento y se transmiten como tal, lo cual implica todo un aparato social montado sobre las bases de que algunos transmiten y otros reciben los conocimientos necesarios. Según el alcance social que tenga la relevancia de cierto tipo de conocimiento, su complejidad e importancia en una colectividad particular, tal vez requiera de reafirmaciones a través de objetos y acciones simbólicas.
El acopio de conocimiento de una sociedad se estructura según lo que sea relevante en general y lo que solo lo sea para roles específicos. Surgirán así los especialistas, cada uno de los cuales tendrá que saber lo que se considere necesario para el cumplimiento de su tarea particular. La sociedad debe organizarse para que ciertos individuos puedan concentrarse en sus especialidades y todos deben saber quienes son los especialistas para recurrir a ellos cuando sea necesario.
Los roles representan el orden institucional. Al desempeñar roles los individuos participan de un mundo social; al internalizar dichos roles ese mismo mundo cobra realidad para ellos subjetivamente. Cada rol brinda acceso a un sector del acopio de conocimiento que posee la sociedad.
Una distribución de funciones muy amplia dará origen a una sociedad con alta rotación institucional, en donde los cambios se producirán más vertiginosamente, puesto que será difícil integrar todos los sectores que se encuentran divididos. La institucionalización no es un fenómeno irreversible, a pesar de que las instituciones una vez creadas tienden a persistir, por una serie de razones históricas, el alcance de las acciones institucionalizadas puede disminuir. En ciertas áreas de la vida social puede darse la desinstitucionalización de ciertas prácticas.
La existencia de un mundo institucionalizado previa a la existencia del individuo, hace que el mismo sea visualizado como una reificación, es decir como la aprehención de fenómenos humanos como si no lo fueran o mejor aún, como si fueran cosas. El mundo reificado es por definición un mundo deshumanizado que el hombre experimenta como facticidad extraña sobre la cual no ejerce un control mejor que el de su propia actividad productiva.


Material de base:

- Berger y Luckman, “La construcción social de la realidad” Amorrortu, Bs. As. 1978
- Chinoy, Eli, “Introducción a la sociología” Paidos, Bs. As. 1987
- Giddens, Anthony, “Sociología” Alianza, Madrid, 1995

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